miércoles, 26 de octubre de 2011

La niña que salió de las sombras.

 Bueno, hoy toca un cuentito de terror! Espero que os guste...


Óscar corría rápidamente por las oscuras calles de Lleela, un pequeño pueblo de Tailandia, al que había ido para visitar a un amigo. En un principio, habían acordado encontrarse en el aeropuerto, pero Óscar le había estado esperando media hora, y había llegado a la conclusión de que la mejor opción era salir a buscarle, ya que era un pueblo pequeño, y la gente hablaba inglés, idioma que él dominaba. Sin embargo ahora, el estar en el aeropuerto, solo en un banco, rodeado de gente, y seguro, no le parecía una idea tan mala. Pero cuando quiso volver, vió que estaba perdido.

 Llevaba dando vueltas por lo menos tres horas, y estaba seguro de haber visto cinco veces la misma señal de Stop en el tiempo que llevaba andando, así que decidió tomar otro camino. No lo había cojido antes porque a simple vista, ya repelía; era un callejón de un holor horrible, lleno de ratas que salían cuando enfocabas una luz hacia la calle, y estrecho, muy estrecho, que para él, era lo peor, dado que tenía claustrofobia. Sin embargo, era eso o seguir dando vueltas sin sentido, y no quería hacer el tonto.

 En cuanto se adentró en la oscura calle, sintió que no había sido una de sus mejores ideas. Un gélido viento le cortó la respiración, y empezó a escuchar unos extraños ruidos que venían de lo lejos. De pronto, un hombre mayor, de unos cincuenta o sesenta años, apareció corriendo del fondo de la calle, y lo miró con gesto de terror. Óscar, algo extrañado, se puso delante del señor, lo que le obligó a parar.

 -¡Oiga, señor! Espere un minuto. ¡Por favor!-le rogó Óscar, en un perfecto inglés- Mire, es que estoy perdido, ¿podría ayudarme? Estoy buscando a Joaquín Reyes...

 -¡Vete, muchacho!-le chilló el viejo en todo el oído-¡Escapa! ¡Huye! ¡Ya vuelve! ¡Corre!-acto seguido, el hombre lo apartó de un empujón y se fue.

 Óscar, indignado por la poca hospitalidad de los vecinos de ese pueblo, siguió andando. Cuando no llevaba ni dos minutos recorridos, unas extrañas sombras negras empezaron a inundar el ya por si pequeño espacio que había. Sin embargo, no le dio mayor importancia. Pero, una vez hubo recorrido más trecho, vislumbró la silueta de una niña girada contra la pared. No debía de tener más de diez años, y su larga melena se confundía con el principio de su abrigo negro. Parecía triste por algo.

 -Niña, ¿que ocurre? ¿Te has perdido? ¿Donde están tus padres? -le preguntó Óscar.

 -Siempre los asusto... Nunca se quedan conmigo. No tengo tiempo ni de decirles hola... Siempre se van... Y me siento muy sola... Muy, muy sola...

 -¿De qué hablas? ¿Dónde están tus padres?

 -¿Tú has venido para quedarte conmigo? ¿Sí? ¿Tu te quedarás conmigo?

 -Pues claro, pero primero dime tu nombre.

 -¿Mi nombre? Tengo muchos nombres...

 -Sí, pero solo uno es el de verdad. Dime el que te pusieron tus padres al nacer.

-¿Mis padres?-la niña se giró de todo, y Óscar pudo vislumbrar el principio de una sonrisa traviesa.-¿De verdad quieres saberlo?

 -Pues claro.

 -Me llamo... Nancy.

 Eso fue lo último que escuchó Óscar antes de que la oscuridad se lo tragara.


domingo, 23 de octubre de 2011

Cartas A Una Vieja Amiga- Marina (III)

 Mis queridiiiisimas amigas:


 Me ha gustado tu idea, Martina, y ahora yo tambien voy a escribiros conjuntamente, que si no, no llegan ni para dentro de una década... El cartero me mira mal cada vez que le doy una carta, ¡imbécil! Ese no sabe lo que es el paro...

 Bueno, Martina, me alegro un montón de que las cosas te vayan tan bien. Una novela, una galería... Estarás que flipas. Pues yo también tengo cosas que contaros. Muchas, en realidad. Pero más adelante.


 Martina, querida, es que yo siempre he sido la dulce del grupo, como dijo el test de CPP, asi que tengo que exteriorizarlo. ¿Y de que forma? Pues abrazando a la gente. Y Tré era el que estaba más cercano. Aparte, llevo más de diez años adorándolos, y si los veo, ¡tengo que pillar cacho! Suerte que no le pedí que me dejase embarazada... ¡Hay, que bien me cae Tré! Me ha prometido que vendrá a verme. Juas juas, lo quiero ver yo, hablando con las mulas y las vacas.

 Rebe, amada de mi alma, te estaré eternamente agradecida por habernoslos presentado. Fue, si no el primero, uno de los mejores días de mi vida. De verdad. Y sobre ese tema, creo que Martina ya lo ha dicho todo.

 Bueno, vamos con mis noticias. ¿Por cuál empiezo? Pues mirad, yo, los viernes por la tarde, no sé si os lo he contado, trabajo en un club de noche; no, no es un puticlub, malas pécoras. Es un local donde se hacen actuaciones en directo, y yo soy la cantante principal. Bueno, en cada mesa hay una carta con las canciones que me sé y demás... Tengo que llevaros, un día de estos. El caso es que estaba toda motivada, cantando "Rehab" de Amy Whinehouse, cuando, al terminar, un chico se me acerca y me pide que si, por favor, tenía un minuto. Bueno, la cosa fue que: ¡Me pidió que fuera la cantante de su grupo! Son unos rockeros de muerte, tocan genial, y estoy encantada, porque sí, acepte. ¡Por supuesto! El chico se llama Rian, y es el bajista; luego están Jake, el guitarra, y Tony, el batería. Sí, Tony. ¡Como Tonio! Aunque no se parecen en nada... Bueno, pues enlazo con la segunda noticia, que no es una noticia, en realidad, porque ya viene de lejos; George y yo no estamos muy bien ultimamente. A ver, cuando le dije lo del grupo, no se alegró bastante. Dijo que ya teníamos dinero de sobra, que para qué quería yo más trabajo. Le intenté explicar que no lo hago por dinero, que siempre quise hacerlo. Pero no hay manera. A veces pienso que no me toma en serio, que en realidad es un machista que piensa que debería estar en casa, lavando, fregando y cuidando niños; pero yo no quiero acabar así. Porque os veo, a vosotras dos, mujeres modernas, y pienso que por qué no puedo ser yo también una mujer moderna. Que por qué no puedo ser libre.


 Pensaréis que estoy exagerando. Puede. En realidad, no sé ni lo que digo; estoy sacando las cosas de quicio. Siempre fui un poco victimista. Bueno, no importa. Seguro que George y yo lo arreglamos.

 A propósito, Martina, yo tengo veinticinco años, no sé cuantos tendrás tú. ¿Cómo iba a tener veinte años y dar clase de literatura? ¿Cómo iba a tener Rebe veinte años y trabajar en Apple? Deja de beber, te sienta fatal.

 Bueno, un beso a las dos. Os quiero.

                                                                                                            Marina.

 P.D: Totalmente equivocada, Martina. Si hablas con mi George, mejor vete luego directo a la ducha, que si no quedas de un pegajoso...

sábado, 22 de octubre de 2011

Cartas A Una Vieja Amiga- Marina (II)

  ¡Hola, Martina!

 Perdona si esta carta ha tardado mucho en llegar, pero es que el cartero se ha jubilado, y hemos estado un tiempo sin correspondencia... Casi nos embargan la casa a George y a mi por no pagar la hipoteca. Aquí en Irlanda son todos unos desconsiderados de las narices.

 ¿Así que Jessica fue contigo? Interesante, no lo sabía yo eso. Cuando vaya, porque voy a ir, que lo sepas, la saludo, ¡a ver si es como me la he imaginado! Me imagino que te lo debes de estar pasando genial allí. Si es que, con lo culoiniquieto que eres tú, no podías quedarte en España... Aunque bueno, ninguna lo ha hecho. Solo Tonio. Que solito ha quedado el pobre. Hablando de él: ¡Así que se pira otra vez para el Santa! Que lerdo que es el chaval; siempre lo fue, pero bueno... Yo ahí, solo de visita. Ni un día más.

 ¡Por cierto! ¿No te ha llegado el aviso? ¡Van a dar una fiesta de antiguos alumnos en el colegio! ¿Te lo puedes creer? ¡Que recuerdos! ¿Te imaginas ccómo les habrá ido a los demás? Es impresionante... Si no te ha llegado el aviso, lo hará en breve, ¡estáte atenta!

 ¿Así que, al final, Ana fue a Londres? Yo pensé que la habían cogido para trabajar en Oakland. ¡Yo que quería ir a ver si me encontraba con Billie, o con Mike! Bueno, puedo ir de todas formas. Hablando de música, ¡Que suerte tienes! Aunque yo tengo una cosa que contarte... Estabamos George y yo colgando un cuadro, y mi semi-maridín, que es un poco torpe (lo sabes perfectamente) se pasó de fuerte con el martillo, e hizo un agujero en la pared, ¡del tamaño de mi puño! Bueno, el caso es que yo estaba totalmente indignada, porque unos minutos antes, se había cabreado conmigo porque había cuestionado su capacidad para manejar esa herramienta tan peligrosa; así que me asomé al agujero, y... ¡Me encontré con una habitación llena de objetos! Pero sobretodo, de vinilos: los Beatles, The Who, Guns And Roses... ¡Me quedé muerta! Lo peor es que ahora George va de listillo diciendo que "Dios le eligió para descubrir esa habitación..." ¡ME PONE NEGRA!

 Veo que estás teniendo muchos problemas con la ley inglesa... Te quieren detener por sacar fotos; por irte sin pagar, un día en la cárcel... ¡Menuda delincuente estás hecha! Como uno de mis alumnos te relacione conmigo... ¡La que se va a liar! Aunque los irlandeses, son todos unos sinvergüenzas... El otro día, ni más ni menos, uno de ellos ¡me pidió una cita! ¡Otro estuvo flirteando conmigo durante la clase! Y saben perfectamente que tengo un pié en el altar, la de veces que han visto a George venir a buscarme...

 ¿Qué si me acuerdo de Paco? ¿QUE SI ME ACUERDO DE PACO? ¡Aún me visita en mis pesadillas! Cuando se jubiló, me hizo la adolescente fea y con granos más feliz del mundo..

 ¡Oye! No te dejamos sola, TODAS dejamos solo a Tonio. Pobriño. Esta tarde le llamo a ver que tal está. Parece tan aburrido siempre... Además, por como lo dices, parece que te molesta estar con Ana, ¡con lo maja que es!

 ¡Oye, que mi George habla estupendamente! La tontería esa del logopeda es una invención tuya, a mi me encanta su forma de hablar... ¡Y SI QUE ME QUIERE! Pero está más pesado con el tema de los niños... El otro día me dijo que no quería ser un padre viejo. A ver, si tuvieramos treinta y muchos, lo entendería. ¡Pero tenemos veinticindo años! Yo ya le he dicho que o corta el rollo o duerme en el sofá el resto del año. Me ha mirado con una cara de perrito degollado... ¡Me resulta imposible estar enfadada con él!

 Y que sepas que ya lo he intentado, y las mulas son unas bordes, ¡como tú! pero bueno, siempre me quedarán las moscas, que son muy educadas. Y ya sabes que soy partidaria de un poquito de maría en una situación de estres... Es broma. A George no le gusta el olor a droga, he tenido que dejarlo...

 Hombre, no sé, podrías tener novio. Por ejemplo, ese Lucas del que hablas al final... Como el pato. El mío es la Rana Gustavo, y el tuyo, el Pato Lucas. Y sí, Rebe, está con un tío casado, pero me ha dicho que lo ha dejado. Ha hecho bien, ese tío tenía toda una secta por familia. Nueve hijos. ¡Tóma!

 ¡Me han encantado las fotos! Que recuerdos me traen.¡Aún guardo mi conjunto de graduación! Otra cosa es que me valga... Pero prefiero no intentarlo. ¿Y tú, lo has tirado porque no te cabía en el mini-ático, o todavía lo guardas?

 Y por lo de la mancha del té, no te preocupes... Dile a Lucas que tenga más cuidado, aunque para novios torpes, el mío, maja.

 Un beso, y escríbeme pronto si quieres que la reciba este año!


                                                                                                                  Marina.


 P.D: ¡Que me devuelvas el libro, leches!

viernes, 21 de octubre de 2011

Cartas A Una Vieja Amiga- Marina.

Querida Martina:



 ¡Espero que estés bien en Londres! ¡Sabía que al final conseguirías los papeles del piso... No hay nada que se te resista! Aunque se te veía muy desesperada...

 Me ha dicho Cristina que ya has empezado las clases. ¿Qué tal es? ¿Se parece a Hogwarts? ¿Cómo son los profesores? ¿Has tenido algúna anecdota digna de contar? No se por qué pregunto esto último, me las vas a contar todas... Como si no te conociera lo suficiente.

 Ya he recibido tu carta. La verdad, hace poco, porque el correo aquí es horrible; sin embargo, me ha encantado. ¡No tenías que regalarme nada por mi cumple! No me hubiera importado... Lo habría entendido. Estás muy ocupada, ¡como para no estarlo!

 Rebeca se marchó el otro día, estuvo una semana de visita. ¡No te puedes imaginar como me alegró que viniera! Fue estupendo, estuvimos recordando viejos tiempos, de cuando estábamos todas juntas... Cavilamos mucho. ¿Te acuerdas de aquella vez, que ibamos caminando, y os confesé que yo quería irme a vivir fuera? Te indignaste toda; me dijiste que no, que estaríamos todas juntas, que no podía ser de otra manera, y que no podía dejarte sola con "este bicho". Rebeca no se lo tomó muy bien.

 Pues eso, que estuvimos recordando este y otros muchos momentos, y la verdad, ¡es un poco curioso! Siempre pensamos que estaríamos todas juntas, pero no; tu en Londres, Rebeca en Nueva York y yo en Dublín. ¡Y no solo eso! También las situaciones. Tu estás estudiando Bellas Artes, ¡Bellas Artes!, en Londres; (como me alegro) Rebeca está trabajando para Apple, aunque eso lo sospeché yo desde siempre; y yo, aquí, en Irlanda, practicando inglés, (aunque la verdad, no se me dá tan mal) enseñando literatura a universitarios, algunos más locos que otros, y, ¡con prometido! Quién lo diría; fuí la primera en encontrar pareja. ¡Asombroso!

 Aparte de eso, Rebeca y yo fuimos muchas veces a pasear por el río; las dos estamos de acuerdo en que deberías venir, aunque solo sea un día, para verlo. ¡Te encantaría! Y la casita... Ella me dijo que es preciosa; muy vintage, eso sí; pero muy bonita. Además, aquí el único ruído ambiental que puedes tener es el de una mula. No pasa ni un solo coche, hay veces que me pone de los nervios. Pero a George le encanta, que le vamos a hacer.

 Bueno, cuéntame, ¿hay algún hombre en tu vida? Que sepas que me he enterado que Rebeca está saliendo con alguien; casado, todo hay que decirlo, pero con alguien al fin y al cabo. ¡Es un comienzo! Desde el galletazo que se pegó con Dani... Pero volviendo a ti; si la respuesta es que si, ¡Quiero saberlo todo! No censures, yo nunca lo hice cuando empecé con George.

 Bueno, cariño, esto se ha extendido demasiado. ¡Y quiero que me contestes en cuanto la recibas! Que luego te olvidas, y si te llamo por teléfono, te cabréas... Aunque hay que reconocer que la idea de las cartas está bien. Así no moriré de hambre, por llamaros a las dos, porque miré la lista de precios y madre mía, ¡Que caro! Así que para mi mejor...

 Bueno, un beso, querida.

 Esperando que le devuelvas su libro,

                                                                                                            Marina.

 P.D: Te envío esta foto que he encontrado revolviendo en viejos trastos. ¿No te acuerdas? ¡Nos la hizo Tonio en la playa! Nos llamó "sus chicas", y Rebeca dijo que sonaba a "sus putas"... ¡A mi me encanta!


martes, 18 de octubre de 2011

Hello, September.

Hello, September. What happened to you all this time, September? You seem sad and off, September. Tell me your concerns, September.

  Do not you need my company? Did you get tired of my monotonous? Do not worry about it, September. Nothing matters when you're happy, September.

  Be the why of your sadness. Be the origin of your troubles. It is so worrying. Not to have to panic. Not to tire. It is not to mourn. It is simply to stop breathing.

  How many times I've told the world you left behind? How many times have you cried for no longer take it anymore? It is too much for you, friend, just trying to tell you. If I were you would take the easy way, no fights, no tears, no pain, no panic. Only eternal rest.

  Are you angry, September? Are you sad? Are you hurt? Do not worry, September. Just rest, September. Rest ...






Hola, septiembre. ¿Que te ha ocurrido en todo este tiempo, septiembre? Te noto triste y apagado, septiembre. Cuéntame tus preocupaciones, septiembre.

 ¿Ya no necesitas mi compañía? ¿Ya te cansaste de mi monotonía? No te preocupes por eso, septiembre. Nada importa mientras estés feliz, septiembre.

 Sé el por que de tu tristeza. Sé el orígen de tus penas. No es tan preocupante. No es para tener que alarmarse. No es para cansarse. No es para llorar. Es, simplemente, para dejar de respirar.

 ¿Cuántas veces me has contado que el mundo te dejaba atras? ¿Cuantas veces has llorado por que ya no lo soportabas más? Es demasiado para ti, amigo, solo intento decírtelo. Yo en tu lugar cogería el camino más fácil, sin peleas, no lloros, no dolor, no pánico. Sólo descanso eterno.

 ¿Estás enfadado, septiembre? ¿Estás triste? ¿Estás dolido? No te preocupes, septiembre. Solo descansa, septiembre. Descansa...

miércoles, 12 de octubre de 2011

El paraje está lleno de vida. Mariposas de todos los colores surcan el cielo, que es de un color naranja intensísimo, lo que hace que algunos de estos bellos insectos con el mismo tono en sus alas se camuflen en el ambiente. Tara y Christine observan como las mariposas vuelan y vuelan, cada vez más alto, hasta perderse en la lejanía de su mundo, su particular mundo en el que solo ellas mandan. Están tumbadas en la fresca "hierba", que es de color rosa chicle y desprende un agradable olor a fresas maduras.

 Tara lleva puesta una larga falda de algodón, a rayas rojas y verdes, y un jersey de franela color caqui, que, a pesar de la temperatura, no le dá nada de calor. Su cabello, que normalmente es corto y negro, con destellos azulados, es ahora una larga melena roja, que le llega hasta los tobillos, y está recogida en un moño al estilo María Antonieta, que es el lugar de donde salen las anteriormente mencionadas mariposas de todos los colores. Tara es, con diferencia, la que más disfruta de estom momentos extravagantes, ya que es la que más imaginación desbordante tiene de las dos.

 Christine lleva unos pantalones cortos azul electricos, con unos leggins amarillos por debajo, y una camiseta corta color celeste que dice: "No dejes que el mundo te controle a ti. Controla tu propio mundo." La camiseta la hizo pensando en su extraño mundo, al que estaban demasiado ocupadas divirtiendose para ponerle un nombre. Su cabello rubio oajizo es ahora una mata de rizos naranjas, como el cielo, imposibles de controlar, que se disparan a su antojo en todas direcciones. Sus ojos, antes de un vulgar marrón oscuro, ahora son de diferente color: uno amarillo chillón y otro negro, lo que le dá un aspecto un tanto siniestro, aunque más loco.

 En la lejanía aparece su amigo Lion, montado en un aerodeslizador color púrpura y lleno de parches. Su pálida cara refleja la malvada felicidad de alguien que sabe que está haciendo algo malo. Sus botas de piel, a pesar de que lleva usandolas por lo menos diez años, no dan signos de envejecimiento, como su dueño. Aunque Tara y Christine llevan acudiendo a ese extraño lugar una década, y han crecido y madurado bastante, Lion sigue siendo el apuesto chico de quince apños que era al principio, y no parece preocuparle mucho esa situación.

 -¡Lion!- exclamó Tara, una vez que el muchacho se hubo bajado de su transporte-  Te hemos dicho mil veces que no utilices el aerodeslizador aquí. No pega con el estilo de este mundo.

 -A veces olvidas que ya soy algo más que un reflejo de tu imaginación, Tara.- se burlo Lion, haciendo muecas- Ahora no puedes mandarme tanto como hace diez años. Lo que es un alivio, porque eres muy mandona.- le guiñó un ojo a Christine, que se ruborizó hasta los pies, como le solía pasar cada vez que Lion le dirigía la palabra. Estaba enamorada de él desde que tenía once años, cuando este le dió un beso al despedirse de ella. A Tara eso le preocupaba, ya que Christine parecía haber olvidado que Lion era una creación suya, no un ser real. Y cada vez que ella intentaba recordárselo, con todo el tacto que poseía, la hacía llorar.

 -¿Estás insinuando algo?- le retó Tara, con cara de pilla- Sabes perfectamente que no te retenemos aquí por la fuerza. Cuando quieras, puedes marcharte.

 -No quiero hacerlo- contestó Lion- me gusta estar aquí, con vosotras. Aunque últimamente, venís menos a visitarme.

 -Ya sabes que venimos todas las veces que nos es posible.- señaló Tara, con tristeza- A nosotras también nos gustaría venir más, ¿no es cierto, Christine?

 -Exacto. Incluso hay veces que me gustaría quedarme aquí para siempre.- Admitió la chica, con cara de amargura.

 -Christine, ¿te pasa algo?- Lion siempre había sido bueno en adivinar los estados de ánimo de los demás, pero sobre todo el de Christine. Siempre habían estado muy unidos.- Sabes que entre nosotros no tenemos secretos, ¿verdad?

 -Bueno... Este curso no está siendo uno de los mejores.

 -¿Por qué?- Tara estaba completamente anonadada. A ella no le había contado nada.

 -La gente... Mis compañeros. Me llaman bicho raro, extraña, loca... Antes no me importaba. Pero es que ahora mis amigas me han dejado de lado. Ellas también me insultan.

 En verdad, Tara se había fijado en que hacía mucho que Christine no iba a casa de una amiga, o traía una a  la suya. Pero no le había dado mayor importancia. Sin embargo, ahora veía que su hermana pequeña estaba sifriendo, y Lion había sido el primero en darse cuenta.

 -No te preocupes, todo saldrá bien.-Este se acercó a Christine y le dio un abrazo. Eso solo hizo que ella llorara aún más.-Venga, tranquila. No deberías hacerles caso. Ellos no son como nosotros. Ni caso.

 Se hacía tarde, y Tara y Christine tuvieron que irse. Después de despedirse de Lion, se cogieron de las manos, y, como hacían desde hace diez años atras, desaparecieron en menos de lo que dura un suspiro.

sábado, 1 de octubre de 2011

Por Mí y Por Todos Mis Amigos.

 En el parque de Westrose, todos parecían felices. Era como una especie de norma que debía cumplirse. Si entrabas por la puerta principal, lo primero que te encontrarías sería, seguramente, un grupo de niños jugando al pilla-pilla, sonrientes, y, no mucho más lejos, madres alborotadas porque la ropa de sus hijos no sobreviviría a aquella tarde.

 Si sigues un poco más adelante, el estrecho camino que hasta ahora recorrías se convierte en un amplio espacio de verde hierba, con un rincón decorado con arbustos de formas, al estilo de Eduardo Manostijeras, y un montón de flores alrededor, preciosamente cuidadas. Estaba prohibido el paso, y hasta ahora ningún desalmado había roto la norma, por miedo a la furia colectiva. Ese era el único espacio decorado del parque. Se había intentado ampliar, pero los niños juguetones y los perros con ganas de hacer sus necesidades habían destrozado las semillas de hierba antes de que les diera tiempo a ver la luz del sol por primera vez.

 En los bordes del césped, había múltiples bancos a la sombra, donde personas de todo tipo llevaban a cabo las más extravagantes acciones. A ver, no es que la gente solo hiciese el loco en aquel lugar. También había abuelitos dando de comer a los pájaros, parejas acarameladas (de esas abundaban, inexplicablemente), madres peleando con sus hijos para que se tragaran la merienda... En fin, lo que hay en todos los parques. Sin embargo, también había chicas de mi edad, que, por si os interesa, es de diecisiete años, con el altavoz del Ipod conectado, y bailando como locas; parejas enseñandose a patinar MUTUAMENTE... (si, ya sé que suena extraño, pero es totalmente cierto) En fin, miles de actividades que podrían acabar en desgracia. Por eso yo iba tanto. Me gustaba observarlos y adquirir nuevas ideas para mis historias.

 Como podréis imaginar con esto último, sí, soy una escritora. Aunque yo me considero una Recolectora de Historias y Sueños. Me encaja mejor.

 Pues eso, cada tarde que puedo, cojo mi portatil, ganado después de muchos berrinches y súplicas con mis padres, (más súplicas que berrinches, pero que le vamos a hacer) y me dispongo a llenar mi cabeza de ideas que despues, en la intimidad de mi espaciosa habitación y con una buena taza de chocolate, me dispondré a redactar.

 Podría considerarme famosa. Tengo un blog bastante conocido, con más de seiscientos seguidores, aunque yo no creo mucho en esas cosas. Para mí, seguidores no son los que juzgan un blog por la primera entrada que aparece, sino los que lo juzgan después de haberselo leído entero, de haber llorado y reído con sus historias, de haber entendido a la escritora a la perfección, después de haberse identificado con un personaje. Entonces, podían considerarse seguidores. Mientras tanto, nada de nada.

 Así que ese día, con mi portatil en la mano y mi cabeza llena de ideas listas para salir, me senté en un banco a la sombra, y me dispuse a observar el entorno.

 Media hora después, tras haber centrado mi atención en el gordo y feo vendedor de helados de la esquina, y haber comenzado a escribir una historia sobre un pobre chico de catorce años obligado a trabajar de vendedor de helados para pagar las deudas de juego de su padre, y mientras lo plasmaba en mi ordenador, recibí un mensaje, un mensaje corto, pero, sin embargo, con mucho significado en su interior.


 "Ven lo antes posible. Roby sta n l hospital"


 No podía creermelo. ¿Roby, mi mejor amigo desde la infancia, la persona a la que consideraba casi ese hermano pequeño que nunca tuve, en el hospital? Imposible. No podía ser cierto. Sin embargo, lo era. El mensaje lo había mandado su hermana. No era una broma.


 Salí corriendo, dolida y asustada.

 Mi chaqueta, mientras tanto, seguía en el banco, donde un hombre, de unos treinta años, la cogió, sonrió, y se la llevó.

 Pero eso yo no podía saberlo.