sábado, 26 de noviembre de 2011

Cosas que he aprendido...

...desde el principio de mi estancia en este lugar llamado mundo:

 1. Que no solo un desamor te hace sufrir. 

 2.Que es más divertido si lo haces a tu manera.

 3.Que las cosas más insignificantes pueden cambiarte la vida con el tiempo.

 4. Que la vergüenza es sólamente un método para ocultar nuestros talentos.

 5. Que no lo más caro es lo más bonito.

 6.Que sólo el tiempo es capaz de hacerte saber quienes son en realidad la gente que te aprecia.

 7. Que nadie es normal, aunque muchos finjan serlo.     
 

viernes, 25 de noviembre de 2011

Esto es para tí, Elena

Sí, querida, esta entrada va expresamente hecha para tí. Por todos esos momentos, esas vivencias, esos abrazos, besos, risas, lágrimas... Que hemos compartido. Por todas las veces en las que te has preocupado por mí y he estado tan ciega que no he podido verlo. Porque eres, y, espero, siempre seras mi mejor amiga. Porque, diga lo que diga, en realidad nunca podré enfadarme contigo, porque te quiero demasiado. Por esto y por otras muchas cosas más, te regalo esta mierdecilla, que, aunque es poca cosa, creo que te va a gustar. Un besazo enormísimo.





                                                                                                                                           


  Elena se despertó temprano. Era un sábado por la mañana, pero el día anterior no había salido, se había quedado en casa estudiando. Llevaba bien los exámenes, pero Economía era difícil, y tenía que sacar tiempo de las piedras para repasar.

 Sin embargo, no se había despertado sola. Un ruído en su teléfono la espabiló de golpe. La estaban llamando. Rápida, corrió hasta su bolso, que estaba tirado en una esquina, debajo de su cuadro de Billie Joe Armstrong, el cantante de su grupo favorito, Green Day, el cual había pintado su madre hacía ya una eternidad. Miró la pantalla para ver quien era el listillo que la llamaba a esas horas. Era su amiga Elena, o, mejor dicho, Carrerón. Con una sonrisa maliciosa, cogió el teléfono.

 -¿Qué quieres, petarda?- gruñó.
 -Ay, mujer, si sé que me vas a contestar así, no te llamo.- Elena parecía ofendida, aunque con ella, nunca se sabía. Eran mejores amigas desde primero de ESO, cuando ella había llegado nueva a La Coruña. Sin embargo, habían tenido que separarse; ella estudiaba en Santiago, y Elena compaginaba sus estudios de Filología Hispánica con su trabajo de escritora. Escribía bastante bien, aunque a ella le daba vergüenza reconocerlo. Ahora, vivía en Madrid a tiempo completo; estaba muy contenta, pero se veía que la echaba de menos. Elena también, pero nunca se lo diría, prefería hacerla rabiar.
-¿Que quieres?-repitió.
 -Tengo una sorpresilla para tí...-murmuró Elena.
 -¿Como? ¿Donde estás?
 -Aquí abajo, enfrente de tu portal, so lerda. ¿vas a bajar ya?


  Elena no se lo podía creer. ¡Carrerón estaba abajo!

 -Bajo en un segundo, amada mía.
 -Como tardes, me voy.

 Rápidamente, y con una sonrisa en los labios, Elena se puso los vaqueros y su camiseta de Green Day, que llevaba el día anterior. Bajó las escaleras a saltos, y, en cuanto salió a la calle, divisó a su amiga. Fiel a su estilo bohemio, llevaba un sombrero de copa, un chaleco, corbata y pantalones pitillo negros. Iba graciosísima, pero quedaba bonito. Cuando la vio, corrió a su lado y se abrazaron.

 -¡Cuanto tiempo, Carrerón!
 -¡Chist, cállate! Cierra los ojos.-le ordenó Elena. Ella, aturdida, los cerró, y Elena la condujo unos pasos más adelante.
 -Bien, ahora puedes abrirlos...-le dijo ella, y se aparto, emocionada

 Elena casi se desmaya. Frente a ella tenía, nada más y nada menos, que un escenario entero montado. Y subido al escenario, estaba... ¡Billie! ¡Su Billie! ¡El único, el inigualable Billie Joe Armstrong!

 Elena era incapaz de cerrar la boca. Lentamente, giró la cabeza hacia su amiga, que tenía lágrimas en los ojos.

 -¿Qué te parece?- Le preguntó. Sin decir una palabra, Elena corrió hasta ella y la abrazó, tirándola al suelo.
 -¿Cómo lo has conseguido?-chilló.
 -Bueno, mi editor es amigo de su mujer, de Adrienne. Ella le convenció para que viniera y te conociera. Tienes un día entero para hablar con él.-Elena le guiñó el ojo-. Pero ahora dará un concierto. En tu honor.
 -Eres la mejor.- Susurró Elena, que estaba llorando.

 Y las dos, se fueron a pasar el mejor día de sus vidas. Juntas, por supuesto.