domingo, 28 de agosto de 2011

Senna dejó caer las manos, ya completamente desahogada, aunque tambien rendida, pues sacar su mágia para poder usarla requería mucho esfuerzo y concentración. Miro a su profesora, la señorita Spinnerbutt, pero esta se había quedado petrificada en el sitio, justo como la cría de gato a la que Senna le acababa de lanzar un séctoris. Senna, desconcertada, pues normalmente, a estas alturas su profesora ya estaría corrigiendo algún estúpido fallo, se giró en la dirección en la que la maestra miraba, y se encontró con la mirada azul cielo de Matías, que la miraba horrorizado. Ella no podía salir de su asombro; de repente, y sin previo aviso, sus dos mundos se habían mezclado, cosa que no podía ocurrir jamás, bajo ningún concepto. Recordó los consejos de su abuela: "No te mezcles mucho con esta gente. Pronto dejarán de significar nada para tí, porque ponto abandonarás esta vida y serás una Lemea pura, como está escrito que seas. Y estas vulgares personas no hacen más que molestarte. Así que esquívales." Pero ella no le había echo caso, y había comenzado una relación con Matías, pensando que no significaría nada, y que se lo podría permitir. Sin embargo, se había enamorado, y ya no había marcha atras; no podía contarle su secreto, ya era demasiado tarde. Además, un detalle importante que no había que olvidar era que la Lemea corrompida que Senna tenía que sustituír era la causante de la muerte de los padres de Matías, cosa que no debía de salir a la luz para el mundo No-Simeo. Pero ahora, el equilibrio que Senna había conseguido crear gracias a toneladas de mentiras se había roto. Prueba de ello era la mirada herida de Matías, que en ese momento salía corriendo, con los ojos horrorizados.

 Senna echó a correr tras él, pero se paró al descubrir que Matías la estaba esperando detrás de la pared. Mientras lo miraba, Senna recordó los momentos incómodos que había tenido que aguantar solo por no contarle su secreto: "No entiendo por qué tienes que irte ya. No son más de las seis!-Le había dicho Matías-¿Algún día me contarás lo que haces todas las tardes?" En ese momento, ella había odiado sus raíces, y había deseado no ser nada más que una chica normal y corriente, que no tiene que inventarse historias ni ocultar secretos a la persona que mas ama del mundo. Y ahora, al observar a Matías llorar, mirándola con horror, se dió cuenta de que llevaba mucho tiempo esperando a que eso sucediera, porque era lo que tenía que pasar.

-Matías... Por favor, Matías, no juzgues sin conocer. Déjame que me explique...

-¡No!-gritó él- Sabía que me ocultabas algo desde el principio. Siempre te había visto como una chica que guardaba un secreto, siempre tan misteriosa, tan poco sociable... Pero ahora que estabamos juntos, me daba cuenta de que era cien veces más de lo que yo imaginaba. ¿Que clase de chica desaparece desde las seis de la tarde hasta el dia siguiente? Y claro está, no me querías contar nada. Siempre rehuías ese tema, intentabas que yo no lo mencionara, y pensabas que no me daba cuenta de nada. ¡Pues no! y ahora te veo ahí, como la persona que eres en realidad... ¡Una bruja! ¡Una maldita bruja!- De repente, la expresión de ojos de Matías cambió, dando paso a la desconfianza- Fuiste tú... Fuiste tú la que mató a mis padres... Y si no fuiste tú, conoces al responsable... ¿Me equivoco?- Al ver que Senna no contestaba, Matías asintió con gravedad- Muy bien. Debí habermelo imaginado. No me sigas. No me hables nunca más. Para mí estás muerta, estúpida bruja.

 Después de estas duras palabras, Matías se marchó, y Senna se quedó llorando en el suelo, sabiendo que todo se había acabado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario